23 de octubre de 2008

Elogio del maquillaje - Baudelaire

"La mujer está en su derecho, e incluso cumple una especie de deber aplicándose a parecer mágica y sobrenatural; tiene que asombrar, encantar; ídolo, tiene que adorarse para ser adorada. Tiene, pues, que tomar de todas las artes los medios para elevarse por encima de la naturaleza para mejor subyugar los corazones e impresionar los espíritus. Importa poco que los ardides y el artificio sean conocidos por todos si el éxito es seguro y el efecto siempre irresistible. En estas consideraciones es donde el artista filósofo encontrará fácilmente la legitimación de todas las prácticas empleadas por las mujeres para consolidar y divinizar, por así decirlo, su frágil belleza. La enumeración sería inagotable; pero, para limitarnos a lo que nuestra época llama vulgarmente maquillaje, ¿quién no sabe que la utilización de los polvos de arroz, tan neciamente anatematizados por los filósofos cándidos, tiene como finalidad y resultado hacer desaparecer de la tez todas las manchas que la naturaleza ha sembrado de forma ultrajante, y crear una unidad abstracta en el tono y el color de la piel, unidad que, como la producida por la envoltura, aproxima de inmediato al ser humano a la estatua, es decir a un ser divino y superior? En cuanto al negro artificial que contornea el ojo y al rojo que marca la parte superior de la mejilla, aunque la costumbre proceda del mismo principio, de la necesidad de sobrepasar a la naturaleza, el resultado tiene por fin satisfacer una necesidad completamente opuesta. El rojo y el negro representan la vida, una vida sobrenatural y excesiva; ese marco negro hace la mirada más profunda y más singular, da al ojo una apariencia más decidida de ventana abierta hacia el infinito; el rojo, que inflama el pómulo, aumenta más la claridad de la pupila y añade a un bello rostro femenino la pasión misteriosa de la sacerdotisa."

Fragmento de: "Elogio del maquillaje", Charles Baudelaire


Feliz cumple, Lore!!!

19 de octubre de 2008

STP - 15/10/08

Fotos del recital: Reuters





15 de octubre de 2008

Girondo.

Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.

En mí, la personalidad es una especie de furunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.

Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W. C.

¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso!

¡Imposible saber cuál es la verdadera!

Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.

¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo —me pregunto— todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?

El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un egoísmo... de una falta de tacto...

Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas.

Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.






Hace 4 años alguien me reenvió esto por mail. Había una dedicatoria en el mail, pero no sé si era dirigida a mí o si era parte de lo reenviado, me gustaría pensar que así era, pero la verdad que ya no lo recuerdo. Es muy loco hacer repaso de mensajes viejos, inclusive aquellos que no llegan a tener un año me sorprenden. Uno va estableciendo vínculos a través del tiempo. Vínculos que se establecen en virtud del ser de uno en cada momento. A medida que transcurren los años, a veces ni siquiera tanto, uno va cambiando y muchas de las relaciones que uno ha establecido, van desapareciendo.
Creo que en los últimos 4 años he cambiado bastante, y sin embargo hay vínculos que siguen vigentes. Me preguntaba si esos vínculos que perduran no lo hacen porque hay una ligazón entre esencias.
En lo que va desde el año pasado hasta ahora, tuve varios tropiezos, de esos que generan angustia. Una amiga a la que quiero muchísimo se fue a vivir a España y sé poco y nada de ella desde entonces, las distancias físicas suelen abrir abismos a otros niveles. También hubo relaciones amorosas que se truncaron. Los amigos van cambiando, algunos se ponen en pareja, otros empiezan con las crisis de los 30. La soledad se vuelve un poco más pesada que antes, nos vamos poniendo más duros y menos tolerantes a los fracasos. Mi familia es un caos y me cuesta evitar que me afecte. Y hoy otra amiga me dijo que probablemente se vaya afuera, no sabe por cuánto tiempo, ni siquiera sabe si va a viajar efectivamente. No sé, me siento desbordada y desorientada.
Y qué carajo tiene que ver Girondo con esto? Supongo que la respuesta está en el último párrafo...